La fiesta de Halloween, celebrada en Estados Unidos gracias a la población irlandesa que llegó a partir del siglo XIX, es una de las fechas que más popularidad ha adquirido en las últimas décadas también fuera de América: es cada vez más común que la noche del 31 de octubre niñas y niños recorran las casas pidiendo chucherías disfrazados de personajes terroríficos.
Pero antes de la globalización… ¿no se celebraba la noche de los muertos en otras zonas de Europa? En los testimonios que recopilamos, pueblo a pueblo, en el Archivo del Patrimonio Inmaterial de Navarra, hemos escuchado historias que nos hablaban de cómo se vaciaban calabazas, patatas o remolachas para que, al colocarles una vela dentro, alumbraran una cara grotesca. La noche de los muertos también se acompañaba de castañas, un alimento fundamental en esta época en Navarra y en el conjunto de Vasconia.
También en otros territorios europeos ha sido tradicional la celebración. En Galicia, la fiesta del ‘Magosto’ se vincula con el culto a los muertos, a los que (como contamos en el Inventario de la Dieta Mediterránea), se dejaba comida en la “lareira” para que volvieran a casa a comer y calentarse. También en Cataluña la castaña era el fruto protagonista de estos días junto con los panellets y los boniatos: mientras se tostaban las castañas, se rezaba el rosario en recuerdo de los familiares difuntos.
En algunos lugares del Norte de Francia, aun se celebra una fiesta muy parecida a Halloween, pero el 10 de noviembre: los niños salen la noche de San Martín a desfilar por las calles de los pueblos con linternas hechas con remolachas esculpidas (o calabazas).
También en Austria, el 31 de octubre, se enciende una lámpara y se dejan pan y agua sobre la mesa para contentar a los espíritus visitantes.
¿Cómo se celebra esta fecha en tu pueblo?